Esta fecha es una de las más importantes del calendario litúrgico. Cuál es su origen, su historia y la palabra del Papa Francisco en este día especial.
Cada 15 de agosto se celebra la Asunción de la Virgen María.
El Día de la Asunción de la Santísima Virgen María se celebra cada 15 de agosto para conmemorar la elevación en cuerpo y alma de María, madre de Jesús, al Cielo. Esta fecha tan importante para los católicos representa la esperanza tras el final del recorrido en el plano terrenal.
En 1849, los creyentes solicitaron al Vaticano que la Asunción de la Virgen sea promulgada como una doctrina de fe. Así es que, en Roma, la fiesta se celebra desde mediados del siglo VII. Sin embargo, fue el 1 de noviembre de 1950 cuando el papa Pío XII proclamó el dogma dedicado a María asunta al cielo en cuerpo y alma. La constitución apostólica publicada fue denominada Munificentissimus Deus.
El dogma del Papa Pío XII
«Después de elevar a Dios repetidas súplicas y de haber invocado la luz del Espíritu de Verdad, para la gloria de Dios Todopoderoso que otorgó a la Virgen María Su especial benevolencia en honor de Su Hijo, Rey Inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para mayor gloria de su augusta madre y para alegría y regocijo de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos como dogma revelado por Dios que: la inmaculada Madre de Dios, la siempre virgen María, habiendo completado el curso de la vida terrena, fue asumida en cuerpo y alma a la gloria celestial” (Pío XII, Munificentissimus Deus, 1 de noviembre de 1950).
La palabra del Papa Francisco
El Papa Francisco dedicó este 15 de agosto varias citas referidas a la Asunción de la Virgen con conmovedores mensajes publicados a través de las redes sociales.
«María es la que nos precede en el camino, recordándonos a todos que también nuestra vida es un viaje continuo hacia la unión definitiva con el Señor».
«El Señor nos ha hecho para la alegría del Cielo. Nuestra vida no es un viaje sin sentido, sino un proyecto de amor, una peregrinación que nos lleva, día tras día, al encuentro con Él y a la alegría sin fin que nos tiene preparada».
«A María Reina de la Paz, a quien hoy contemplamos en la gloria del Paraíso, quisiera confiar una vez más las angustias y los dolores de los pueblos que en tantas partes del mundo sufren tensiones sociales y guerras».
«Pienso en particular en la atormentada Ucrania, Oriente Medio, Palestina, Israel, Sudán y Myanmar. ¡Que nuestra Madre celestial obtenga para todos consuelo y un futuro de serenidad y concordia!».